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STOP AL ACOSO LABORAL

La práctica ejercida de manera frecuente en las relaciones personales que consiste en un trato vejatorio y descalificador, se llama ACOSO.

Esta práctica, ejecutada a través de actos de violencia, se ha extendido en el ámbito laboral durante los últimos años como si fuera una pandemia silenciosa. Cada día son más las personas que reciben por parte de algún compañero de trabajo, un trato  continuado basado en la intimidación, en la coacción, en las humillaciones y en las amenazas.

Trabajadores con éxito social o profesional, innovadores, creativos, que cooperan …; trabajadores que denuncian irregularidades y no aceptan el sometimiento o la injusticia; trabajadores con discapacidad, con orientación sexual diferente a la de la mayoría, con años de experiencia laboral, jóvenes, mujeres, inmigrantes… se convierten en el blanco de quienes necesitan aplastar a los demás para destacar o existir.

Quien hostiga, intenta satisfacer su necesidad insaciable de agredir tratando de agobiar, confundir, aislar y estigmatizar a la víctima para destruir su desempeño laboral, aniquilarla psicológicamente y lograr su salida de la organización. Los ataques no sólo se limitan a atribuir una mala realización del trabajo. En la persecución, también se fustiga a la persona acusándola de mantener una actitud negativa hacia sus compañeros y de esconder malas intenciones en todos sus comportamientos.

Así es como un trabajador válido se convierte en un trabajador convencido de su mal

desempeño laboral y de que es el núcleo de todos los conflictos interpersonales a los que se ve sometido dentro de la empresa.

¡Qué no te confundan!

No caigas en la trampa de quien justifica la violencia. No eres incompetente en tu trabajo, ni ves agresiones donde no las hay, ni eres demasiado susceptible ante comentarios o situaciones «que no tienen importancia»; ES ACOSO.

– Si frecuentemente recibes críticas destructivas sobre tu trabajo, es ACOSO.

– Si te gritan, amenazan o ridiculizan, es ACOSO.

– Si no te proporcionan información necesaria para desempeñar tu trabajo, es ACOSO.

– Si te interrumpen continuamente cuando hablas o te impiden expresarte, es ACOSO.

– Si te fuerzan a un cambio de turno o de puesto de trabajo, o a aceptar una reducción de tu salario, es ACOSO.

– Si se hace burla de tu origen, creencias, apariencia física, opiniones…, es ACOSO.

– Si se cuestionan o ignoran tus decisiones, es ACOSO.

– Si se ocasionan desperfectos en tu puesto de trabajo, es ACOSO.

– Si se dirigen a ti con comentarios obscenos o degradantes, es ACOSO.

– Si te coaccionan para que renuncies a la defensa de un derecho que te corresponde, es ACOSO.

– Si no te asignan tareas, o te asignan aquellas que son muy inferiores o muy superiores a tus competencias profesionales, es ACOSO.

La banalización del maltrato y el hecho de que muchas personas perciban el acoso como algo esperable en el ámbito laboral, hace que muchos trabajadores hayan terminado asumiendo que su salario incluye el ser hostigados. Es decir, en definitiva, que se les retribuye a cambio de la destrucción de su salud mental.

Al tolerar y justificar el acoso, nos convertimos en mascotas adoctrinadas para asimilar y resistir el peso del dominio y de la autoridad. No calles, no cedas, no aguantes, no te dejes avasallar. En tu salario no entra el ser machacado por tus compañeros o jefes.

¡Reacciona y actúa!

-Texto original de nuestra compañera Rocío Mesta (Psicóloga)-

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