Hoy 8 de marzo todo nos recuerda que las mujeres son personas trabajadoras, que juegan un papel importante entre la población activa del mundo laboral de todos los países. Pero el significado de este día va mas allá del día 8 de marzo y del mundo laboral.
En el Estado de Nueva York, un 8 de marzo de 1857, un grupo de obreras textiles protestaban por las miseras condiciones en las que trabajaban.
El 05 de marzo de 1910, también teniendo como escenario el estado de Nueva York, durante una huelga para reivindicar las mejoras laborales, la igualdad salarial, disminución de la jornada laboral a 10h y un tiempo para poder dar de mamar a sus hijos, perecieron mas de un centenar de mujeres quemadas en una fábrica “Sirtwoot Cotton” cuyo incendio se atribuyó al dueño de la fabrica en represalia a la huelga.
Fue también en 1910 en la 2ª Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras celebrada en Copenague (Dinamarca) donde se decidió declarar el 8 marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora (actualmente “Día Internacional de la Mujer”), en base a los hechos sucedidos.
En una sociedad en la que primaba la sumisión y el tutelaje de la mujer, hubo pensadores como Stuart Mill que se implicaron en la defensa de los derechos femeninos, pero ninguna revolución puede hacerse sin sus protagonistas. La mujer tenía que suprimir una mentalidad que la alienaba al varón y aprender a valorarse y sentirse autosuficiente.
Feminismo y anarquismo no son dos ideas contrapuestas, sino complementarias. Ambas aspiran a una sociedad formada por seres iguales, libres y responsables. El anarquismo lucha por la emancipación del individuo y, como tal, también por la mujer, pero ella sabe que solo puede llevarse a cabo una revolución igualitaria si todos los individuos que participan en ella lo hacen en las mismas condiciones. La subordinación de la mujer al hombre no se ha debido nunca a cuestiones de tipo biológico, sino ideológico, económico y cultural.
Los inicios de referencia en cuanto a derechos de la mujer se pueden citar, entre otros, a finales del s. XVIII. En 1791, la Revolución Francesa asumió en parte las inquietudes femeninas con la publicación de «Los derechos de la mujer y la ciudadana», que redactó Olimpia de Gouges basándose en la Declaración de los Derechos del Hombre. Casi simultáneamente, Mary Wollstonecraft, seguidora ideológica de Saint Simón y Fouriere, publicaba en Gran Bretaña «Vindicación de los derechos de la mujer».
Fue a mediados del s.XIX cuando mujeres como Flora Tristán, E. Cady Stone o Lucrecia Mott sembraron las primeras semillas de la rebeldía. Numerosos grupos femeninos se organizaron en Francia, EE.UU. y Gran bretaña, y salieron a la calle solicitando su derecho al voto como elemento de presión política para conseguir ciertas mejoras. Incluso hubo inmolaciones a favor de la causa, como el suicidio de Emily Davison que se arrojó a los pies de los caballos que corrían el Derby de Epsom.
Así comenzó un imparable movimiento sufragista que sería el germen del feminismo. Pero como pudo comprobarse muy pronto, el voto no había dado a la mujer su libertad y, tras un corto letargo, el feminismo surgió de nuevo con otras reivindicaciones y metas diferentes.
Paralelo al germen de este movimiento feminista, en el S. XIX, estaba tomando cuerpo el anarquismo. El Anarquismo nunca hizo diferenciación de géneros, pero sus ideólogos, resultado de la época que les tocó vivir, ignoraron por completo a la mujer.
Fue la Revolución Industrial, con la incorporación de millones de mujeres al trabajo asalariado, quien sirvió como revulsivo a una situación en exceso injusta; aunque bien es verdad que el cambio se inició muy lenta y paulatinamente. La sociedad burguesa admitió a la mujer en el mundo laboral, pero considerándola un individuo de segunda clase. Trabajadora poco cualificada y por tanto mano de obra barata, era fácilmente manipulable debido a unos rígidos principios religiosos y morales y estaba llena de miedos y prejuicios. La inhumana situación que empezaron a soportar las mujeres en las fábricas situó la reivindicación de la emancipación femenina en el centro de una lucha social y política. Se produjo así una alianza histórica, la de la emancipación de la mujer con los movimientos obreros. A pesar de todo lo dicho anteriormente, la mujer obrera, sin acceso a la cultura, sin derechos legales y con muy bajada autoestima debido a su secular sometimiento al varón, no podía llevar a cabo su propia revolución sin el apoyo de los movimientos obreros.
Sin embargo, los movimientos feministas tenían una clara raíz burguesa y sufragista, no buscaban una transformación social, sino la participación de la mujer en los privilegios el poder y los estamentos jerárquicos que hasta entonces eran exclusivamente masculinos. Por esto, las mujeres anarquistas nunca se consideraron feministas, se automarginaron y a la vez fueron marginadas por el feminismo. Sin embargo, todas ellas desencadenaron una lucha férrea contra la sociedad patriarcal y dejaron patente su voluntad de enfrentarse tanto al estado que las alienaba en cuanto personas, como al patriarcado que les impedía su liberación como mujeres.
En 1908, se celebró un congreso anarquista, del que saldría la «Federación Regional de Trabajadores», embrión de la futura C.N.T., en el cual se trató la organización de la mujer en la lucha obrera y los medios a seguir para conseguirlo. La C.N.T. se preocupó de atraer a la mujer a su militancia, de resolver sus problemas laborales y de lograr su plena integración social.
La CNT, partidaria de la acción directa, su lucha no se encaminó a la obtención del voto femenino, sino a la consecución de igualdades laborales y salariales para los dos géneros.
La lucha continúa ya que, en la actualidad, siguen existiendo desigualdades tanto laborales como sociales y culturales, por lo que debemos seguir trabajando mujeres y hombres por igual y en conjunto para mejorar las condiciones de trabajo, acabar con el patriarcado y conseguir la emancipación
Y tras dejar patente que la lucha de la mujer no es exclusiva de conmemorar 1 solo día, en los próximos meses se realizarán desde CNT de León y abierta al público, diferentes trabajos monográficos de mujeres anarquistas en su lucha contra las desigualdades sociales y laborales y por la emancipación del individuo y proyecciones relacionadas.
Secretaría de Acción Social