El día 1 de Mayo siempre fue una jornada reivindicativa, pero con los años se ha ido convirtiendo en una jornada festiva, dando a entender que no hay nada por lo que luchar. Ahora, al igual que a finales del siglo XIX, son muchos los motivos por los que tenemos que salir a la calle, organizarnos y luchar unid@s para que no se pisotee nuestra dignidad, para que no se nos trate como números, como estadísticas, para que no seamos explotad@s y exprimid@s al máximo y para que cuando llegue la hora de jubilarnos no nos digan, que como vivimos muchos años, el sistema de pensiones y el sanitario son insostenibles y que tenemos que morirnos para que los ricos se hagan más ricos.
Parece ser que sólo importa la economía, que los bancos sigan ganando dinero y que paguemos todos sus “rescates” (éstos que no han tenido escrúpulos a la hora de timar a la gente con las preferentes y de desahuciar a familias enteras cuando no han podido hacerse cargo de los gastos), que la casta política siga viviendo del cuento (comisiones, sobres, dietas…) y que los empresarios se beneficien de la legislación a su favor y de las circunstancias actuales para esclavizar, aún más a l@s trabajador@s. Dentro de su lógica sólo importa la acumulación de dinero a cualquier coste.
Se constituyen empresas sólo para cobrar subvenciones (cerrando cuando éstas se terminan) con el apoyo de algunos sindicatos, que se movilizan para que el patrón siga cobrando del Estado y que dan la espalda a cientos de trabajador@s que son despedid@s o sometid@s a ERE´s. Vamos, todo un circo romano donde nos vamos desangrando.
L@s trabajador@s otorgamos erróneamente el papel de imprescindibles a los dirigentes, ignorando que sin nosotr@s nada funcionaría; ya que somos nosotros quienes producimos todo lo necesario para vivir.
Unidas y organizadas tenemos la capacidad de transformar la sociedad y de desparasitarnos para siempre.