Artículo de las Juventudes Anarquistas sobre la huelga y los «apoyos» de la izquierda.
La Huelga tradicionalmente ha sido considerada como la última
herramienta de la clase trabajadora, la más eficaz y, a la vez, y por
ello, la más dura; tanto para la patronal como para les trabajadores.
Se trataba de la última herramienta porque signifcaba la paralización
de la producción, porque más allá de eso no se disponía de ninguna otra
fuerza. Puesto que, como clase productora, es la producción nuestra
exclusividad, eso la convierte en la mayor de nuestras fuerzas. Se
trataba de la última herramienta porque antes de ella se habían puesto
en práctica otra serie de herramientas; que, además, de presionar al
empresario, también servían para concienciar a todes les trabajadores,
de esta forma cuando se hacía un llamamiento a la Huelga, éste era
eficaz porque lo hacían los propios trabajadores después de un trabajo
de agitación.
Sin embargo, hemos visto como en la actualidad el
concepto está totalmente distorsionado. La Huelga ya no es la última
herramienta de lucha, es un método de protesta. Para nosotros, esta
cuestión es muy importante, una herramienta de lucha es un medio para
conseguir algo, un método de protesta es un medio para decir algo. Ese
es, desde nuestro punto de vista, uno de los principales factores que
ha conllevado a desprestigiar de forma progresiva la Huelga. Porque se
han tomado en vano, se han utilizado de forma discrecional. Por otro
lado, no se toma un trabajo previo, las huelgas se convocan sin tener
en cuenta la situación del conflicto, es decir, sin un análisis
estratégico previo, y, sobre todo, sin contar con la opinión de les
trabajadores.
Además, en los últimos años, podríamos hablar de
décadas, las huelgas han pasado a ser en la práctica una especie de
«referéndum democrático». Es decir, visto que las Huelgas dejan de ser
métodos de lucha para ser métodos de protesta, el éxito de las mismas
se mide exclusivamente por el porcentaje de personas que las secunda,
esto es lo que las convierte exclusivamente en un éxito o en un
fracaso. Sin embargo, el éxito de las Huelgas se debe medir por su
capacidad de hacer daño al empresario, de minar su capacidad de
producción al punto de serle imposible continuar haciendo frente a esa
Huelga. Esta teoría gana fuerza cuando comprobamos que todas las
«huelgas generales» han sido convocadas, a lo sumo, para un sólo día.
Esta es una cuestión fundamental; si lo que se quiere parar es la
producción, un sólo día no es suficiente. Este es el motivo por el que
las Huelgas se convocaban de forma indefinida, y sólo terminaban cuando
cedía una de las partes en conflicto.
Por otro lado, cabe
destacar, el papel jugado por los partidos políticos. Si tenemos que una
Huelga es una lucha de les trabajadores, si tenemos que los partidos
políticos, por propia esencia, tienen como exclusivo ámbito de
desarrollo el Parlamento, ¿cuál es el motivo que les lleva a apoyar, o
incluso incitar, a les trabajadores a realizar una huelga? Porque si
entendieran que la Huelga es un método de lucha eficaz, por fuerza
habrían de dejar el método parlamentario. Pero si, como creemos, siguen
confiando en el método parlamentario, por fuerza entenderán la huelga
como un método de presión electoral. La Huelga deja así de ser un método
de lucha para ser, otra vez, un método de protesta.
Para
nosotros no es casualidad que desde la «izquierda política» se apoyen
estas «huelgas», porque lo que se pretende es su desprestigio. En la
actualidad la huelga, como método de protesta, está donde la izquierda
quiso llevarlas: al campo donde no tienen ninguna viabilidad como método
exclusivo de lucha, donde sólo tienen cabida como método de presión al
Parlamento. Esto para nosotros es la materialización de una estrategia
comenzada años atrás que encuentra uno de sus principales detonantes
en la firma de los Pactos de la Moncloa. El PCE, la UJCE y el resto de
fuerzas políticas de la izquierda, parlamentaria o extraparlamentaria,
que apoyan las huelgas pretenden minar su sentido de lucha para
trasladarla, exclusivamente, al ámbito de la protesta. Encuentran estos
métodos como medios de apoyo a su actividad, anulan su capacidad de
reproducirse por ellos mismos. Coartan la acción directa para
desarrollarla en el ámbito de la acción mediada o política. este es un
ejemplo del papel jugado por los partidos políticos como
desmovilizadores de la clase trabajadora.
Vamos a exponer nuestra
postura, como parte conformante de la clase trabajadora sin interés
político alguno, ante la reforma laboral y ante los sindicatos de
representación que han convocado esta huelga:
– La reforma
laboral es un paso más en la progresiva desestructuración de la clase
trabajadora y, cada vez más, en su progresiva pérdida de derechos.
Creemos que esta reforma afecta de forma especial a la juventud, pues
las medidas que se van imponer no sólo la afectaran de forma directa
(como es la potenciación del contrato para la formación) sino además que
todas las medidas se iran consolidando, creando un importante punto
de inflexión, en los próximos años.
– Los sindicatos de
representación que convocan esta huelga hace tres meses estaban
dispuestos a firmar gran parte de la reforma laboral, preocupandose
exclusivamente de pulir algunos aspectos de la misma. Sin embargo, una
vez que desde el Gobierno se impone la reforma laboral (aunque también
la podrían haber impuesto los «agentes sociales») se cambia totalmente
el discurso y se critican aspectos que días atrás se apoyaban.
Con
todo esto, parece que el panorama es tan desolador y tan hipócrita que
podíamos posicionarnos en contra de la huelga y hacer un llamamiento a
les trabajadores a no secundarla, pues se trata de un simple paripé.
Para nosotros sería un análisis bastante simplista el limitarnos a
criticar a los sindicatos de representación.
Creemos que todavía
hay herramientas de Organización que son válidas, creemos que la
principal causa de que la reforma laboral haya salido adelante y los
sindicatos de representación hayan tenido la posibilidad de convocar
una huelga tres meses después es la pasividad de la gente. Para
nosotros no se trata sólo de criticar a los sindicatos de
representación, se trata, sobre todo, de quitarles sus cuotas de poder,
destruirlas y fomentar formas de organización horizontal, y para eso
no basta con quejarse en la barra del bar.
Anarquistas de León