El diario Expansión, en su edición de 7 de Marzo, publicaba un informe de la CEOE que contabilizaba en
4.127 las personas liberadas en la empresa privada.
Ya es conocida la postura de la CNT contra el sindicalismo
profesional por las consecuencias que tiene entre los
trabajadores y que como hechos más graves podemos
señalar, por simplificar, la legión de parados y la pérdida de derechos
en los convenios.
Recientemente, el diario Expansión, en su edición del 7 de marzo de
2010, publicaba un informe de la patronal CEOE que contabilizaba en
4.127 las personas liberadas en la empresa privada. Es decir, personas
que no aparecen por su puesto de trabajo y que, sin embargo, cobran de
la empresa. A esta tropa de holgazanes hay que añadir los delegados de
personal y miembros de comités de empresa que tienen un determinado
número de horas al mes, según la plantilla de la empresa. En este
informe, la patronal cifraba en 42.944 el número de delegados y
representantes de los trabajadores en las diferentes administraciones
públicas. El coste para las empresas, decía la CEOE, es de más de 250
millones de euros al año.
Según los datos del Ministerio de Trabajo, los representantes de los
trabajadores son en torno a los 300.000, llevándose la palma UGT y
CC.OO. Si a estos datos añadimos las personas que trabajan en tareas
administrativas (funcionarios sindicales) dentro de las corporaciones
nos encontramos con que los sindicatos orgánicos están dentro de las 10
grandes empresas de España en número de trabajadores a tiempo completo
y, seguramente, sean las primeras si contamos además a los trabajadores
a tiempo parcial.
Curiosamente, estas grandes corporaciones sindicales, son las
empresas más opacas que existen. No presentan cuentas ni en los
Registros Mercantiles ni son auditadas por el Tribunal de Cuentas, a
pesar de las decenas de millones de euros que reciben de las arcas
públicas. Tampoco presentan, por pudor, datos sobre el número de
afiliados que tienen. Tienen, también, las simpatías de la prensa
“progre” que prácticamente no hace mención ni al ingente número de
liberados que tienen ni a sus fuentes de financiación.
Sin embargo, tantas decenas de miles de personas supuestamente
trabajando para conseguir mejoras, no han conseguido parar que España
sea –y con mucho- el país con más parados del mundo occidental, ni que
tenga las mejores prestaciones sociales ni unas pensiones suficientes y
dignas.
Hay que colegir, por tanto, que los 250 millones de euros que dice
la patronal que les cuesta los liberados sindicales más que un gasto
son una inversión porque, a los hechos nos remitimos, no pueden estar
descontentos con el comportamiento del sindicalismo orgánico. Otro
tanto podría decirse de las administraciones públicas.
CNT aboga por una vuelta al sindicalismo de clase, cuyos miembros
hagan las cosas por solidaridad y no por dinero; CNT cree necesario un
sindicalismo que potencia la afiliación y participación frente a la
representación como única manera de defender los intereses de los
trabajadores y trabajadoras.